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miércoles, 13 de abril de 2011

Todo ocurrió muy deprisa.
Empezó como cualquier otro verano. Llegaron y la casa estaba hasta los topes. Él y yo coqueteábamos sin parar... siguiendo la rutina de los últimos años. Sólo que, esta vez, por debajo del coqueteo latían otras cosas. Todo lo que había soñado empezó a suceder. Para mí, él era perfecto. El chico con el que comparaba a todos los demás. el que siempre conseguía que el corazón se me acelerara y el estómago se me encogiera. Por fin mis sentimientos fueron correspondidos.
Todo iba de maravilla. Me decía todo lo que yo quería oír. Me encontraba en la gloria.
Nos besábamos. luego, nos besábamos más. Y después, mucho más. Al poco tiempo, ya no era suficiente. Las manos empezaron a deambular, la ropa empezó a desprenderse. Era lo que yo siempre había deseado...pero parecía ir deprisa. Por mucho que yo le diera, siempre quería más. Todo cuanto hacíamos se convertía en una lucha constante por ver hasta dónde cedería yo.
Después de un par de semanas, él empezó a decir que yo era la única, su amor verdadero. Sería tan increíble, aseguraba, si le permitiera amarme de la manera en la que él quería...
Decidí darle una sorpresa. Decidí confiar en él. Decidí dar el paso.
Quería que resultara espontáneo, que le pillara desprevenido. Ni siquiera sabía que yo estaba en casa, para que la sorpresa fuera aún mayor. Lo tenía todo pensado. 
Bajé sigilosamente las escaleras hasta el sótano, su habitación. Esbocé una sonrisa mientras encendía la luz.
---¡Sorpresa!---grité.
Se incorporó del sofá rápidamente, con una expresión de pánico en el rostro. Entonces, otra cabeza surgió del sofá. Una chica. Con él.
Me quedé petrificada, pasé la mirada del uno al otro mientras reunían su ropa.
---Lamento que tuvieras que ver esto.---dijo, colocando una mano alrededor de mi cintura.
Intenté responder, pero no encontraba la voz.
---Lo siento muchísimo, enserio no volverá a ocurrir. Escúchame, no ha pasado nada.
---¿Cómo has podido? ¿CÓMO HAS PODIDO?
---Mira ya me he disculpado. Lo siento muchísimo.
---¿Te has DISCULPADO? ¿LO SIENTES?---Por favor, para de una vez y escúchame. Esa chica no significaba nada para mí.
---Pues no daba la impresión.
---Bueno, ya empezamos con el melodrama. Si no estás dispuesta a aceptar mis disculpas, no se que más puedo hacer.
---¿Disculpas?---¿Crees que decir ''lo siento'' es suficiente para borrar lo que ha pasado? Creía que habías dicho que era especial.
---Claro que eres especial. Venga ya, ¿Qué pensabas  que iba a pasar? A ver, las cosas son así: tú y yo...nosotros...bueno, es lo que hay...
---¿Me quieres decir de que estás hablando?
---¡Dios! Esto es exactamente de lo que estoy hablando: mírate ahí sentada cómo cuando éramos niños y no conseguías lo que querías. He querido estar contigo desde hace mucho tiempo, muchísimo. Pero tu lo que quieres es al amor de tu infancia, no a mi. Para ti es un día de boda perpetuo, sin luna de miel, sin quitarte el vestido de novia. ¿Pero sabes qué? La gente practica sexo. No es para tanto. No me debería haber liado contigo.
Sus palabras me golpeaban. Las lágrimas me surcaban las mejillas.
---Oh, venga ya--- Se sentó y me rodeó con el brazo---Grítame un poco más y te sentirás mejor. Luego, pasaremos página.
Y salí corriendo escaleras arriba.
Para huir de el. Para huir de las mentiras. Para huir de todo.
Pero no podía huir. Cada mañana, tendría que levantarme y mirarlo a la cara. Observar cómo saldría por la puerta, sabiendo que seguramente iba a verse con ella
Día tras día me recordaba a mí misma que era una fracasada. Que lo que había deseado durante años había terminado haciéndome sufrir más de lo imaginable.
Yo no me había encontrado con un badén, sino contra un muro de ladrillo.
Y no quería volver a sufrir ese dolor nunca más.

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