Seguidores

domingo, 22 de enero de 2012

Una casualidad no es más que dos personas que coinciden queriendo.

Al volver a rozar tus labios empecé a llorar, aunque tú no te dieras cuenta, sentí un escalofrío al sentir ese contacto que me hace tan pequeña y tan grande a la vez. No se que hago metida en la cama pudiendo estar contigo, porque nuestro tiempo es limitado, de hecho, siempre lo ha sido. Escaso, efímero, fugaz. Cuando te das cuenta vuelves a estar de nuevo en tu cama, sola, sin él, y tienes ganas de llorar, no sabes porque, pero lloras, lloras hasta que te quedas sin lágrimas. Nunca llegaré a entender porque mis manos huelen a ti, si casi ni te he tocado, ni tampoco entenderé porque es hacia ti, y no hacia ninguna otra persona. Te quiero, no quiero hacerlo pero sin embargo te quiero. No se porque razón nos conocimos, tampoco porque lo intentamos, y mucho menos porque seguimos sintiendo esto. Porque no solo soy yo, también eres tú. Lo noto. Lo noto porque te conozco perfectamente, porque se lo que piensas cuando te miro a la cara, y eso lo sabes, no te queda duda. Yo se que me quieres, aunque nunca me lo digas, pero lo se por la forma en la que me miras, porque te cuesta despedirte de mi cada vez que me voy, y porque no puedes evitar abrazarme cuando me tienes cerca. Porque si tú te amargas, yo también, no se como lo haces pero suelo sentir todo lo que tú sientes, sueles transmitirme tus emociones. No mentías al decirme que habíamos conectado, lo hemos echo, y de una manera brutal y no entiendo el porque de eso, ¿me lo explicas tú? Creo que tampoco podrías, sinceramente. Igual que sé, que en cuanto apague la luz e intente dormir empezaré a llorar, y no sabré el porque, pero lo haré. Te quiero, pasen días, semanas, meses, años, décadas o lustros sin verte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario